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Desestigmatización del PrEP en un sistema fragmentado

Columna de opinión realizada por Macarena Filún, Farmacéutica de APROFA.

Durante la semana de la conmemoración de la lucha contra el VIH / Sida 2024, adquiere mayor relevancia concientizar, informar y desestigmatizar el uso de tratamientos preventivos conocidos coloquialmente como “PrEp”, un tratamiento farmacológico compuesto por dos tipos de antirretrovirales específicos.

El uso de PrEP en Chile comenzó a extenderse en 2019 tras su arribo al mercado y al sistema público con la entrega gratuita por Fonasa en los UNACESS y centros VIH de los distintos puntos del país. En un principio, se definió una población objetiva acotada para la entrega de este fármaco, específicamente para trabajadoras/es sexuales, hombres que tienen sexo con hombres y parejas serodiscordantes (pareja en la que una persona vive con el VIH (seropositiva) y la otra no (seronegativa). 

La entrega de este tratamiento fue un logro farmacéutico -sin duda-, ya que antes no existía nada similar que funcionara como prevención de la infección, salvo el uso de los métodos de barrera. A esto se le suma la importancia de aportar en materia del ejercicio de los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos, siendo también un logro social, asociado al bienestar en salud.

Asociado a esta idea, hay que hacer énfasis en que los fármacos son herramientas que deben estar al alcance y disposición de todas las personas, independiente si pertenecen a poblaciones objetivas. En el caso particular de estos insumos, además de contar con las barreras tradicionales asociadas a lo económico y la falta de información, el PrEp es objeto de sesgos, estigma e invisibilización, características fundamentales del abordaje del VIH y el SIDA en nuestro país.

De acuerdo al Instituto de Salud Pública dependiente del Ministerio de Salud, entre enero y junio del 2024, se han evidenciado 2.246 casos confirmados de VIH, lo que se suma a la tendencia de aumento que han experimentado las cifras en diversos grupos etarios en Chile y a nivel latinoamericano. Ante este escenario, es fundamental contar con un abordaje integral y sostenido del VIH que permita que todas las personas, independiente de sus sistemas de salud, edad, estado serológico entre otras particularidades, puedan acceder a información, educación, acceso, diagnóstico y tratamiento para así disminuirlas. En ese sentido, que exista este tratamiento, es un tremendo avance, pero si las personas no pueden acceder a él por las razones antes comentadas, no sirve de nada.

Como ejemplo, en nuestro país, si estás afiliado a una Isapre no puedes adquirir el tratamiento y seguimiento correspondiente en los hospitales públicos, que están obligados a cubrir esta prestación y cuentan con protocolos más efectivos. Así, tenemos personas que deambulan entre los sistemas privados y públicos buscando atención e información; que recorren diversas farmacias para encontrar este tratamiento, pero que no todas cuentan con él ya que no es obligatorio y las personas, que quieren hacerse cargo de su salud sexual y prevenir con las herramientas que existen actualmente deben buscar las piezas de este sistema fragmentado.

De esta manera, nuevamente el estigma, la falta de información y acción sobre el VIH convierte un acto preventivo en una búsqueda infructuosa convirtiéndose en un problema.

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