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El informe Ipsos Monitor de Educación 2024 se enfocó principalmente en la percepción de las personas de 30 países del mundo, respecto de sus sistemas educativos nacionales. En uno de los segmentos del estudio, las percepciones encuestadas giran en torno a los temas que la gente cree que debiesen ser enseñados por los profesores o los padres en la casa.
Chile figura como el último país de la lista en la percepción de que la educación sexual debería ser responsabilidad de los profesores. Solo un 23% de los encuestados piensa eso, mientras que un 71% cree que enseñar sobre sexualidad es absoluta responsabilidad de los padres del estudiante.
“No me sorprenden tanto los resultados. Tenemos una escuela que la ciudadanía no considera que está apta para acompañar el proceso de la vida cotidiana y de la educación sexual integral. La gente y los padres, creen que los profesores y trabajadores de la educación no están lo suficientemente formados”, opina sobre la cifra Débora Solís, directora ejecutiva de la Asociación Chilena de la Protección de la Familia (APROFA).
“Desde el punto de vista de la familia, parece más seguro decir ‘sabes, de estos temas me encargo yo, aunque tampoco sé mucho’, que, entregárselo a un otro que pienso que no tiene las competencias para abordar estos temas”, agrega Solís desde una organización de interés público con 60 años de trayectoria en la defensa de los Derechos sexuales y Derechos Reproductivos.
Uno de los principales argumentos subyacentes en las críticas y oposiciones que se realizan a la Educación Sexual Integral en Chile, ha sido el “derecho preferente de los padres a educar a sus hijos”.
La Revista Académica de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) incluyó los dichos de la organización “Con mis hijos no te metas” en uno de los artículos sobre las limitaciones del avance de la Educación Integral Sexual en Chile.
La organización, que es una de las principales opositoras a la implementación de un currículum común en las escuelas y colegios, argumenta que la educación sexual “impone una serie de principios rectores obligatorios, que todos los programas de educación sexual de todos los establecimientos educacionales deberían cumplir”.
Además, agregan que el hecho de hacer “especial énfasis en principios como el de autonomía progresiva y enfoque de género, atentaba contra la libertad de enseñanza, libertad de todas las creencias y libre ejercicio de todos los cultos y el derecho preferente y deber de los padres de educar a sus hijos”, según el estudio.
La UNESCO (2023) señala que la Educación Integral en Sexualidad tiene como propósito. “Dotar a los niños y jóvenes de conocimientos, capacidades, actitudes y valores que les permitan vivir con buena salud, bienestar y dignidad. También comprender y garantizar la protección de sus derechos a lo largo de toda su vida”, entre otras cosas.
Esta misión, según la UNESCO, no debe estar alejada de la inclusión de los padres. De hecho, aseguran que integrar a madres y padres en las actividades del currículum de educación sexual del Ministerio de Educación, es incluso mejor. “La educación sexual tiene mayor repercusión cuando los programas escolares se complementan con la participación de padres y docentes”.
Pero en Chile, pareciese haber una percepción en blanco y negro respecto de la responsabilidad sobre la educación sexual.
“Esto no es otra cosa que el resultado de un país que carece de una ley de educación integral sexual”, dice Débora Solís. “Si hay un grupo que se opone a ella es porque tienen una serie de ignorancias respecto a ella. Lo típico es que piensan que la educación sexual aumenta las posibilidades de que las niñas se embaracen. O que la EIS homosexualiza. Todas cuestiones que se separan inmediatamente de la evidencia”.
El estudio de la UMCE, también reveló las limitaciones normativas y posibilidades de abordaje de la educación sexual en las escuelas y colegios de Chile a 2024. El estudio muestra cómo se distribuyen los Objetivos de Aprendizaje en el currículum escolar nacional respecto a la educación sexual.
“Las principales limitaciones evidenciadas, por ejemplo, son que el conocimiento sobre sexualidad humana queda reducido únicamente al OA4, OA5 Y OA6 en 6° básico. Y a los OA1, OA2 y OA3 en 7° básico. No se extiende la obligatoriedad de profundizar posteriormente estos contenidos en otros momentos de la vida de los estudiantes, como en la adolescencia”, dice Carlos Cisternas Casabonne, autor del estudio.
Los objetivos cambian según la asignatura en la que se están aplicando. Por ejemplo, el OA1 en “Arte”, se trata sobre reflexionar en torno a los distintos tipos de familia, a través de ejercicios de arte y dibujo del entorno cultural y la vida cotidiana.
Mientras que en “Ciencias Naturales”, busca explicar los aspectos biológicos, afectivos y sociales que se integran en la sexualidad como la responsabilidad individual. También los cambios físicos que ocurren durante la pubertad y la relación afectiva entre dos personas en la intimidad y el respeto mutuo.
Otro ejemplo es el OA5 en Ciencias Naturales. Este objetivo busca explicar sobre los microorganismos como virus, bacterias y hongos, en relación con su forma, características y efectos sobre la salud humana.
“El currículum plantea una serie de objetivos con una mirada bastante biologisista en los contenidos de enfermedades de transmisión sexual, VIH o infecciones. Pero también, cuenta con una serie de otras oportunidades curriculares. Lo que pasa es que si uno no está preparado para detectar esas oportunidades, no tienes cómo saberlo”, dice Débora Solís.
Un ejemplo sería la asignatura de “Tecnología” en 5to básico. “Para eso, se necesita tener un conocimiento más específico sobre la vinculación entre lo tecnológico y la educación de la sexualidad”, agrega Solís. “No se trata de que no hayan oportunidades. El tema, es que tenemos una dificultad nacional anterior al enfoque de educación integral sexual. Los profesores no cuentan con las herramientas para hacer esas vinculaciones”.